3.- Los trabajos se presentarán por correo electrónico como documento adjunto en formato: .doc, .rtf , .sxw , ó txt
La dirección de correo electrónico, donde se remiten los micro-relatos es:
En el texto del correo electrónico deberá facilitarse la siguiente información:
a.Titulo del micro relato.
b.nombre y dos apellidos.
c Categoria en la que se participa (A, B ó C) y
d. teléfono de contacto.
4.- El plazo de presentación de los micro-relatos, se inicia el día 1 de marzo, a las 00.00 horas y finaliza el 31 de marzo a las 24.00 horas.
5.- De los micro-relatos presentados por cada Categoria, un jurado seleccionará 5 micro-relatos finalistas , de los cuales se elegirá un ganador.
6.- El micro-relato ganador obtendrá un premio de 100 € y un lote de libros para la Categoría A, en las Categorías B y C el premio es de 50 € y lote de libros.
Los finalistas de todas las Categorías tendrán un premio de diploma y lote de libros.
7.- El jurado calificador, emitirá el correspondiente fallo, que se hará público El DÍA DEL LIBRO -23 de abril- en un programa de radio especial, así como en la página web www.ondapoligono.org
8.- La Asociación Cultural Onda Polígono podrá publicar en su página web todos los trabajos presentados en cualquier momento.
9.- El fallo del jurado será inapelable y se adoptará por mayoría simplede sus miembros, quedando aquél facultado para la resolución decuantas incidencias pudieran surgir en el curso de las deliberaciones.
10.- Los participantes, por el hecho de tomar parte en este concurso, aceptan todas las condiciones que se especifican en el mismo y se someten expresamente a ellas.
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Categoría A:
Ganador
Relato 22. ZAPATILLAS VERDES. Ana Vázquez Aguado. 27 puntos.
Finalistas:
Relato 12. LA ORACIÓN PERDIDA. Marta Díaz Gioffrè . 26,4 puntos
Relato 11. UN LUNES DIFERENTE. Marta Díaz Gioffrè . 26 puntos
Relato 10 . UNA AMIGA PUNTUAL. Marta Díaz Gioffrè . 25 puntos
Relato 7. EL CREADOR. Alejandro Torres Parriego . 24,2 puntos
Categoría B
Ganador:
Relato 2. ORGULLO DE CABALLERO. Talía Fuentes Redondo 27,2 puntos
Finalistas.
Relato 1 LA ÚLTIMA MISIÓN . Talía Fuentes Redondo 19 puntos
Relato 5 AQUELLAS PASTILLAS. Esther Moreno Martín 18,2 puntos
Ganador:
Relato 1. . LA TOMATERA . Nerea Tuya Rodríguez
JURADO:
D. Nicolás Fernández Suárez-Del Otero. Presidente.
D. Eduardo Carmelo González Ávila.
D. Juan A. Gómez Martín
D. Marcos Ayuso González.
D. Ruben Ferrer Escudero. Secretario, con voz, pero sin voto.
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Águeda de la Cruz Suárez
Relato 2.
TE MARCHASTE
Fátima Mª Fernández Méndez
Te fuiste. Un día en el que el sol, por alguna maravilla de la naturaleza, se había escondido tras la luna, dejando una aureola de color anaranjado que encerraba un círculo negro, te marchaste sin tan siquiera, decir adiós.
Dejaste veinticinco años de amor, Completo amor. Contigo llevaste tus sueños. Ahora desvestida de tu presencia, tus cuadros me acompañarán.
Tu silencio, reflejado en trazos espontáneos, sobre los lienzos que sigo sin saber comprender.
- Toma – me dijiste, al conocernos - ¡Léelo cuando ya no esté!
Nunca pensé que llegaría este momento. Es ahora cuando no estás. Y yo abro esa servilleta de papel, que me diste en aquella cafetería de artistas e intelectuales que tanto frecuentabas. Todavía se conserva blanca a pesar de tantos años. Y descubro que no hay nada escrito… y me viene a mi mente una frase de Ignacio Larrañaga que dice:” La Palabra va siempre envuelta en el silencio. Es su recipiente natural para poder ser fecunda. Sólo en el silencio se puede escuchar a Dios”.
Relato 3.
LA MANCHA.
Ginés Mulero Caparrós
Al niño se le volcó la salsa de soja sobre el blanco mantel impoluto del restaurante chino. El padre tapó la mancha con un plato vacío y le dio un coscorrón blando, de reprimenda, como si diera tímidamente con el picaporte de una puerta que no quisiera que se abriera. El muchachito levantó inclinado el plato y observó con curiosidad infantil, con ojos vivarachos, chisporroteantes. Un diminuto Don Quijote acababa de ensillar a Rocinante, y Sancho le miraba perplejo porque el de la Triste Figura apuntalaba por debajo el plato retando a "l'enfant terrible", con lo que quedaba de la misma lanza que se enfrentó a los Molinos de Viento. El niño los aplastó con aquel ovni blanco de porcelana Oriental y sonrió a toda la familia mientras servían la Ensalada China.
Relato 4.
ANATOMÍA MUSICALIZADA DE LA SOLEDAD.
Ginés Mulero Caparrós
Conoció el placer del beso al doblar su luenga lengua hacia arriba (rasgando el cielo laúdiano del paladar) y hacia atrás (tañendo la clitoriana campanilla del infierno).
Relato 5.
MENSAJE LÍQUIDO.
Ginés Mulero Caparrós
Doblo la Avenida y soy afortunada al trastabillarme con el alma infinita de Gandhi. La recojo delicadamente, la pongo entre algodones, la llevo a la fábrica de té donde trabajo y subrepticiamente la voy repartiendo en bolsitas.
Relato 6.
LA CITA
Reyes Pintado Villa
Allí, estaba yo, fiel a la cita diaria, “Media Noche”. Tomé asiento como siempre, encendí la lámpara de la mesilla, dejando en penumbra la habitación, y me limité a esperar.
No tardó en llegar. Se sentó en la cama y sus manos deslizaron sus medias por aquellas largas e interminables piernas, dejándolas caer con delicadeza.
A continuación, esa manera de desabrocharse la blusa, lenta, pausadamente, premiando mi impaciente espera con la perfección que la naturaleza a dado a una mujer.
Y por último su pequeña falda, que con un ligero movimiento la hizo descender hasta el mismísimo infierno, dejando libres de telas aquel maravilloso cuerpo.
Dios, que mujer, era bellísima, como salida de algún paraíso. Su breve ropa interior la hacían aún mas dueña y señora de todos mis pensamientos.
Lentamente abrió las sábanas y se metió en la cama.
Y yo recordándome lo afortunado de entre los mortales que era, retiré la silla de la ventana, bajé con cuidado la persiana, y me dispuse como todas las noches a soñar con ella en la soledad de mi cuarto, y a escasos metros de su presencia.
Relato 7.
EL CREADOR
Alejandro Torres Parriego
Supo entonces que la casa no estaba vacía: una preciosidad de cabellos lisos cerraba la puerta sin quitar ojo a la criatura que se aferraba a sus faldones. Supo entonces que el panadero, diligente, pasaba con su furgoneta de reparto; que tres mininos se relamían los bigotes alrededor de un cuenco; y que las hojas doradas del álamo se bañaban de luz. Permaneció unos instantes pegado a la ventana, como de costumbre, sin saber muy bien por qué aquella mañana le había devuelto la sonrisa.
Después, cuando advirtió que su reloj se había adelantado diez minutos, decidió no ajustarlo.
Relato 8.
CREPÚSCULO
David Artalejo Gutiérrez
Sentada, en la esquina, parecía pedir perdón al mundo. Tenía la cabeza gacha y la cara estropeada, como si la vida la hubiera pasado por encima, como si hubiera intentado cruzar el río y no hubiera mirado a los lados. A sualrededor, la anarquía de la habitación velaba por ella. Estaba allí pegada,en el rincón tapado por la sombra, escondida de sí misma, huyendo sineuforia. La vida le había jugado malas pasadas, pero eso a María ya no le importaba, había decidido no decidir, se movía como un autómata que sólo sabe subir escaleras para después bajarlas. María se deshizo de su alma un día soleado de abril.
Relato 9.
IBÁÑEZ
José Miguel Aparicio Munera
Lo que antaño fue tentación, hoy es deseo. Tal desuso apartó el cilicio de Don Esteban –el Manis del seminario- a la vitrina de su cuarto, junto con artilugios y reliquias que exhibía orgulloso a seminaristas de índole, circunstancia y voluntad diversa. Ibáñez, desatado devoto, era asiduo a la muestra. Ejercía de cicerone cuando otros menesteres ocupaban al vicario. A sus doce años, carecía de consuelo por la muerte de su padre. Penaba por rincones del monasterio entre tumbas, incienso y páramo. Conocedor de las propiedades redentoras del cilicio, osó probarlo bajo bendición del maestro, quien, obviando cualquier delirio, advirtió al resto del respeto y admiración que merecía semejante sacrificio. Un día Ibáñez cayó de rodillas en el claustro, con ojos en blanco, brazos en cruz, boca semiabierta de ribeteadas comisuras viscosas. En torno a él se hizo un halo de silentes condiscípulos. Siguiendo un sonoro trotar apareció el Manis rompiendo el círculo. Ibáñez abrió los ojos:
–He visto a la Virgen.
De una bofetada, el Manis justificó su apodo y aseguró:
–Aquí ninguno hemos visto a la Virgen.
Ibáñez desapareció discretamente en ambulancia, tras el portón del zaguán. Su sangre perdura impregnada en el cilicio para veneración de peregrinos.
Relato 10.
UNA AMIGA PUNTUAL
Marta Díaz Gioffrè
Nos contaron por última vez frente a la puerta de cada celda, entramos, y poco después se apagaron las luces. Después, un nauseabundo olor a humedad acompañó los gritos de alguna desesperación ajena que ni las amenazas de los guardias lograban acallar.
Aprendí, en poco tiempo, a ver en la oscuridad, a escuchar la calidad diferente de los silencios, a esperar concienzudamente el paseo de la rata que después de medianoche me visitaba. Su rasguño en las paredes fue para mí tan significativo como las campanadas de una iglesia a medianoche, un faro de presencia, una ilusión, la mitad de la tortura había concluido y navegaba rumbo a la madrugada. Le guardaba restos de comida para alentarla en esa cita zoológica y crucial. Le puse nombre y murmuraba su título con ternura: Duquesa. Ella aprendió a dejar el miedo y se acercaba a mi mano y retozaba por mi cuerpo. En ese hoyo en que perdí la identidad junto con la noción del tiempo, la humanidad y el asco, Duquesa fue más que una amiga, fue la señal de que por el agujero que ella llegaba, yo podría salir.
Relato 11.
UN LUNES DIFERENTE
Marta Díaz Gioffrè
El médico dispuso los instrumentos que necesitaba cerca de la camilla, se abrochó hasta el último botón del delantal, anudó en su nuca las tiritas del barbijo y se calzó los guantes. El solo compuso las luces y el grabador, porque como otros tantos lunes, la patóloga que lo ayudaba había faltado. Luego retiró únicamente la parte inferior del lienzo que cubría el cadáver. Era su manera de hacer más llevadera la brutalidad de las autopsias.
– Mujer blanca, de entre treinta y cinco, y cuarenta años, panículo adiposo coherente a una multípara, herida antigua de apendicectomía en fosa ilíaca derecha, otra reciente de cesárea en borde superior del hipogastrio, región genital externa de características normales, sin golpes ni magulladuras, extremidades inferiores sin particularidades.
Detuvo el dictado y levantó y giró ambas piernas buscando huellas, para cerciorarse de que todo estaba en orden. El aparato grababa el silencio de la investigación. Cuando terminó el examen de la parte inferior del cuerpo lo cubrió con la sábana y destapó la parte superior.
Sobre la camilla, amoratada por los golpes de un asesinato brutal, yacía la que fue su ayudante durante quince años.
Relato 12.
LA ORACIÓN PERDIDA
Marta Díaz Gioffrè
Fue en un amanecer saturado de neblinas. El silencio auguraba un día de muertos demasiado presentes. Las casas perdían sus contornos como el presente perdía su vigencia. Antes de salir la vieja buscó el rosario que solía colgar de su muñeca, no lo encontró, y sintió que su falta le dejaba entre los dientes el agujero de cincuenta avemarías sin dueño. Salió sin prisa para la primera misa. La acompañaban los vientos que en la Patagonia dejan los árboles ladeados para siempre, pero ella pertenecía a esa tierra y avanzó retrasada sólo por la edad y la artritis. La recibió una iglesia solitaria. Sin su rosario la vieja contaba las avemarías con los dedos, pero su falta de atención la obligaba a reiniciar en el pulgar tantas veces como recordaba a sus muertos. Había vivido sola tanto tiempo como para tenerlos al lado y conversar con ellos
En aquella mañana de vientos endemoniados se quedó prendida a sus caras lozanas de muertos juveniles, murmurándoles arrumacos. Algunos dijeron que estaba senil, que hablaba sola. Ella no logró arrancar la primera avemaría del pulgar y se le eternizó entre los labios, protestando. Fue eso.
Relato 13.
UNA HISTORIA DE AMOR
Fernando López Sánchez.
¿vamos a ello?
Relato 14.
EL AMOR
Pilar Martín Bejarano.
-Cariño, creo que ya no te quiero
-Siempre estas con lo mismo, ¿qué es lo que te pasa hoy?
-No me pasa nada en especial, solo que creo que ya no te quiero. No siento igual que antes, cuando te veo sé que el día será como ayer y eso no es bueno
-Ahora nos conocemos mas, le pasa a todo el mundo
-Pero es que creo que ya no te quiero
-¡Eres muy pesada! Déjalo ya. Mañana seguro que te arrepientes de todo esto y te sientes culpable
-¿Tu crees?
-¡Sí! Os pasa a todas………..
(Un silencio que parecía eterno rompe con un gran sollozo)
-¿Ves? Ya me has hecho llorar, sabía que iba a pasar algo así.
Eres tan………, eres tan……
-Soy tan feliz contigo
-¿De veras?, ¿lo dices de verdad?
-Si cariño, porque yo te quiero
(La mira y la deja sin palabras. Solo las lágrimas parecen entender)
-¿Mañana a las diez?
-Claro, cariño
-Te quiero
-Sí, yo también
Relato 15.
TRAS LA SIRENA
Rafael González Casero.
Dejó de sonar la sirena y Fernando se dispuso a salir del refugio. El bombardeo había pasado. Al salir de ese enorme agujero pudo observar lo que durante diecinueve años había sido su barrio. Las calles estaban vacías, los escombros se amontonaban y el olor a destrucción era tan agresivo que se hacía insoportable respirar sin cerrar los ojos.
Cuando comenzó a andar observó como la tienda de Pedro el panadero había sido saqueada, como el parque en el que pasaba las tardes con sus amigos estaba arrasado por las bombas, observó también a una mujer llorando junto a un cadáver.
La imagen del barrio destrozado le hizo retrotraerse en el tiempo para contemplar lo que había sido su vida hasta entonces. ¿ Para que había servido tanto materialismo estéril? ¿ por qué no había valorado antes el amor de sus padres? ¿ por que nunca les demostró a sus amigos su cariño?
Era tarde, muy tarde ya. El horror de la guerra se había llevado de un plumazo toda su vida anterior, había puesto al desnudo lo poco que había valorado lo que tenía, le había hecho reencontrarse con la persona que llevaba dentro. Tuvo que ser el horror de la guerra...
Relato 16.
PUNTOS SUSPENSIVOS
Ángeles Rodríguez Fernández.
Continuará…… Continuará….
Relato 17.
LOCURA
Ángeles Rodríguez Fernández.
Estoy loca. ¿Será eso un indicio de cordura?
Relato 18.
MICRO-RELATO
Consuelo Escalante Martínez.
Es difícil escribir doscientas palabras sin pasarse , ni quedarse corta , un verdadero problema , lo dejaré para otro día, mejor ¿no?, en realidad solo llevo veinticuatro, mejor dicho ya llevo veintinueve, uf¡ ¿ a que llego en este plan a las doscientas? , total, ya llevo cuarenta y tres , demasiado presión.
Mi duda ahora es: ¿si firmo y pongo la fecha , contará también?
Relato 19.
OTRA COSA MÁS
Consuelo Escalante Martínez.
Iba , frenando , poco a poco, hasta llegar a la rotonda , donde sin más el coche se quedó parado , irremediablemente parado
Relato 20.
LÍNEA DIRECTA
Consuelo Escalante Martínez.
¿Línea directa? , ¿Cómo? ¿ Pero no dicen que tenemos que llamar? Soy mujer y por eso llamo porque “Yo no soy tonta” ……quería una botella de Lanjarón , y un pack de Activia de cuatro. Uf¡
Tengo que poner en orden mi agenda.
Relato 21.
CRISALIDA
Angeles Rodríguez Fernández.
Grito mi nombre y no me responden. Aporreo cada rincón de mi cuerpo intentando salir. Pero no es mi cuerpo. No reconozco mi piel, ni mi cara con esta barba incipiente, ni mi voz oscura y carente de melodía. ¿Qué hago aquí dentro? Siempre fui una de ellas. ¿Porqué ahora tenemos sexo? Me miro ante el espejo, sin encontrar los pechos incipientes que distinguí en María entre juegos y un colgajo sin vida se retuerce entre mis piernas. No entiendo por qué este encierro. No quiero que me vean. Me envolveré en mi capullo y esperaré la primavera. Seré como los gusanos que algún día llegaran a mariposa.
Relato 22.
ZAPATILLAS VERDES
Me gusta coger el 202 para bajar a Gran Vía; es tan capicúa que donde me subo, me bajo a la vuelta. Me divierte perderme por Madrid cuando tengo tiempo. Es fácil; elijo a una persona, sigo su camino, y cuando llega a su destino, doy media vuelta y busco la parada del doscientos dos.
En Segovia los autobuses hasta hace unos años fueron verdes; verde del color en que subrayo, sobre los apuntes, las palabras que no entiendo. Verde inexplicable, o verde esperanza, como dice mi madre.
Ayer tuve media hora libre. En el trayecto descubrí unas zapatillas verde inexplicable. Levanté la vista, y observé cómo esos pies llevaban a una chica atractiva pero desarreglada, con un escote explosivo pero sin dinamita dentro, y un bolso que le tapaba más que su minifalda. Seguí sus pasos.
Bajamos en la parada que está enfrente de la Casa del Libro. Caminamos con los ojos apuntando al suelo hasta que llegamos al MC Donalds, y torcimos a la derecha. Mientras sus pies paraban en una esquina, me di cuenta del porqué del color de sus zapatillas, la miré sin entender nada, y comprendí que, quizás, en Madrid no todos pueden perderse fácilmente.
Relato 23.
ALGUNAS COSAS QUE NO SABÍAS.
Cristina Rodríguez Higuera
¿Sabes? Nunca creí que fuera a pasar tan pronto. Siempre estabas a mi lado y me gustaba tenerte cerca. Me encantaba ir a visitar a otras personas y encontrar que tu estabas ahí. Adoraba abrazarte cada vez que te veía y reírme contigo. Me parecían increíbles esas historias a las que no dabas la importancia que se merecían. Y aunque me decían que aceptase que no siempre todo sería así, no quería creerlo, no necesitaba que mi corazón pegase un nuevo estirón. Aunque dijeran que no pasaba nada, que las cosas son así y que el sol volvería a salir. Aunque dijeran que un día dejaría de sentirte...
Y sin quererlo, de pronto me ví llorando a escondidas pidiendo que te quedaras. Y entonces dejé de verte tan a menudo pensando que así no dolería tanto. Pero el día temido llegó y si que dolió, y mucho más que ningún otro.
Ni siquiera recuerdo la última vez que te ví, pero aún recuerdo perfectamente tu rostro, las cosas que me decías, tu forma de reír. Debí haberte dicho todo lo que te quería, pero no lo hice. Me será difícil olvidarte…
CATEGORIA B.
Relato 1
LA ÚLTIMA MISIÓN
Talía Fuentes Redondo
Una pequeña nave se desliza a toda velocidad surcando el espacio infinito.
- Démonos prisa-grita su comandante-debemos alcanzar nuestro objetivo cuanto antes.
Desde su posición puede verse la Tierra, el planeta azul; sin embargo, en estos tiempos, una nebulosa de color gris, fruto de la contaminación, lo envuelve como el papel dorado recubre los bombones más preciados. Se distinguen los océanos y esa especie de brillo desgastado que provoca el exceso de iluminación en cuatro de sus cinco continentes. Casi pueden oírse también los sonidos emergiendo de la enorme actividad que sus habitantes desarrollan: motores de combustión, ruidos por obras, pájaros, sirenas, niños jugando, música, campanas, relojes, oraciones, viento, lluvia, el mar… la vida que continúa despreocupada allá abajo.
-Maldición-susurra para sí el comandante-la mancha oscura es enorme y viene directa hacia nosotros. Es un meteorito de considerables dimensiones. Primero engullirá nuestra nave y en 20 segundos atravesará la atmósfera terrestre para acabar chocando y fusionándose con la masa del planeta, dejando tras de sí enormes llamaradas de fuego y demostrando con ello, nuestra insignificancia y fragilidad ante un pedazo de roca espacial.
¡BOOM!
Se acabaron las palabras.
Relato 2
ORGULLO DE CABALLERO
Talía Fuentes Redondo
Famoso por nunca haber perdido duelos ni batallas, veíase ahora el caballero en esta orilla petrificado.
A su lado, una extraña dama, a la que hacía meses seguía por instinto, por necesidad, por locura.
Locura que esa noche le llevó a perseguirla, en un anhelo de tocar su cabello y rozar su piel.
Ella le había pedido una prueba de amor y lanzando su camafeo al agua, exigió lo rescatase, pues era la joya que en más grande estima tenía.
Entró el galán en el lago muy despacio, asegurando cada paso, cuando se hundió de repente.
Desesperado por no poder respirar, se revolvió en el fondo y encontró el preciado objeto, lo agarró y con gran esfuerzo, manoteó hacia la superficie buscando una piedra grande donde apoyarse, pues no sabía nadar.
Encaramado a su pedestal en medio del profundo lago, sopesó su incapacidad de alcanzar la orilla, donde la dama reclamaba ya su joya.
El caballero habló amargamente: ¡Oh! maldita mujer que exiges de mí lo único que no puedo darte, contempla la pérdida de tu prenda adorada y del ser que más te ama.
Y sin dudarlo un instante, porque era hombre valiente, lanzase al agua y murió ahogado.
Relato 3
LA BODA
Talía Fuentes Redondo
Érase una vez una pareja de novios que estaba organizando su boda:
-Iglesia, cura, monagillos, padrino, madrina, damas de honor, familia, amigos, vecinos, fotógrafos, peluquero, manicura, curiosos, mendigo de la esquina, chucho abandonado, …
-Sotana, vestido de novia, de fiesta, velo, levita, trajes, camisas lisas, de rayas, corbatas, pajaritas, pamelas, zapatos de tacón, sin tacón, de cordones, con hebillas, bolsos, carteras, bolsillos, faltriqueras, lazos, …
-Coche de caballos, berlina, todoterreno, monovolumen, descapotable, de colores variados, relucientes, sólo limpios, autobús, …
-Flores en el pelo, en las manos, en los ojales, en los vestidos, en las camisas, en los zapatos, en la iglesia, en los coches, en el banquete, en los manteles, …
-Cámaras de fotos, de video, digitales, de móviles, de televisión, …
- Cóctel de bienvenida, cava de despedida, langostinos, ostras, mayonesa, jamón, lomo, queso, carne, pescado, verduras, patatas, tarta, helado, agua, vino, bebidas alcohólicas, gaseosa blanca, de sabores, …
-Lanzamiento de arroz, pétalos de rosa, garbanzos, besos, abrazos, felicitaciones, liga de la novia, corbata del novio, calzoncillos, sobres con billetes, billetes sin sobre, regalos, críticas, …
-Música para bailar valses, bachatas, merengues, lentorros, …
-Maletas grandes, pequeñas, medianas, neceser, billetes de avión, prisas, estrés,… Ya está todo listo. Casémonos los dos solos en el Tibet. ¿Vale?
Relato 4
POESÍA DE LA NIÑA DE LA LUNA
Maravillas Sánchez Clamamonte.
Noche negra, luna blanca.
La luna llena ilumina el sendero de plata.
Noche negra, luna blanca.
Una niña corre por el sendero, blanca como una nevada.
Noche negra, luna blanca.
El relinchar de un caballo corta el silencio de la noche estrellada.
Noche negra, luna blanca.
El caballo negro lleva los cascos ensangrentados y el jinete una daga afilada.
Noche negra, luna blanca.
La niña corre desesperada y se adentra en el bosque de banda blanca.
Noche negra, luna blanca.
El jinete armado con arma blanca y la niña, con nada.
Noche negra, luna blanca.
La luna llena se refleja en las pupilas de la chiquilla que se oculta en una esquina.
Noche negra, luna blanca.
El jinete observa, pero a su alrededor no hay nada más que maleza.
Noche negra, luna blanca.
La noche la oculta, pero la luna no la ayuda.
Noche negra, luna blanca.
El reflejo de la luna en sus ojos delata a la chiquilla, que rápida se inclina.
Noche negra, luna blanca.
Un grito desgarra la noche, atraviesa la luna y hiela el alma del bosque en calma.
Noche negra, luna blanca.
El jinete sale al sendero de plata manchándolo con la sangre sagrada derramada.
Noche negra, luna blanca.
Relato 5
AQUELLAS PASTILLAS….
Esther Moreno Martín.
Estaba en mi habitación tumbada en la cama y con dolor de cabeza y mareos. Mi padre estaba diciéndome cosas, ni siquiera sabía lo que me estaba diciendo; yo le decía que me dejara de gritar y de hablar, pero no me hacía caso. Ni siquiera sabía cómo me encontraba allí, no recuerdo nada, sólo recuerdo que estaba tomando unas pastillas que me dio una chica y que en ese momento vivía como en el paraíso, pero no recuerdo más.
Mi padre sigue hablando y cada vez más alto, mi cabeza va a estallar.
Yo le decía que parara, pero él lo hacía más a propósito. Cogí un vaso de agua y se lo tiré a la cabeza con mucha furia, no podía aguantar todo aquel jaleo.
Me levanté para irme a un lugar fresco donde se me pasara todo aquel mareo, donde hubiese tranquilidad, pero nada más dar dos pasos, caí al suelo inconsciente.
Ahora comprendo que aquellas pastillas solo te hacen ver el paraíso, sólo un poco de tiempo, pero que luego ves el infierno de sufrimientos por ellas. Sí, aquellas pastillas llamadas drogas.
Relato 6
LA BATALLA DE CRAWFORD
Mario Uceta García
El ejército de la ciudad de Crawford se disponía a defender la ciudad con todas sus fuerzas.
Hacía unos días que habían llegado noticias de que un asentamiento al norte de allí había sido asediado por las fuerzas del Imperio negro, capitaneado por el Caballero Negro más poderoso de todos: el temible Lord Mort.
Contaban las leyendas antiguas que el general Lord Mort había asediado muchas grandes ciudades a lo largo de su vida, y que no había perdido ninguna batalla, además se contaba que no dejaba a nadie con vida por donde pasaba y conquistaba.
Por esta razón, los guerreros de Crawford tenían tanto miedo, los generales y capitanes del ejército intentaban dar ánimo a sus tropas, pero sin resultado alguno.
Ya quedaban pocas horas para la batalla, una batalla en la que se decidiría el destino de todo Crawford, y a medida que se acercaba el momento, los espadachines, lanceros y demás guerreros del ejército estaban cada vez más asustados y con más ganas de abandonar sus puestos.
Pero el miedo que sentían no era nada comparado con lo que empezaron a sentir cuando vieron las hordas negras a lo lejos de la colina. Un ejército de armaduras negras, y delante de toda la hora, la tenebrosa y aterradora figura de un jinete con la armadura roja y negra, montado en el caballo negro más grande que unos ojos humanos como los suyos pudieran contemplar.
La figura de ese jinete hizo que hasta los guerreros más valientes del ejército temblaran de terror, un terror que solo puede ser provocado por la visión de la propia muerte.
Relato 7
EL PLANETA DE LOS MUTANTES
Mario Uceta García.
Año 3423 d.C. Tres de los más prestigiosos astronautas se disponían a despegar en una nave espacial para explorar un planeta hasta entonces desconocido para ellos, cerca de la nebulosa de Andrómeda.
Cuando terminó la cuenta atrás la nave despegó y sus tripulantes comenzaron a surcar el espacio a la velocidad de la luz.
Pasaron unos días hasta que llegaron a la nebulosa de Andrómeda, pero cuando llegaron, llegó lo peor: si querían llegar a su destino, no tendrían más remedio que atravesar una cadena de meteoritos.
El escudo de la nave los estaba protegiendo, pero la batería del escudo comenzaba a gastarse y aún les quedaba un trecho de meteoritos por atravesar.
Por suerte consiguieron salir de los meteoritos, pero el escudo había quedado muy dañado, el más mínimo golpe sería capaz de destrozar el motor de la nave.
Según se acercaban al planeta desconocido, unas naves muy extrañas comenzaron a salir de él. Comenzaron a disparar contra los astronautas exploradores. Uno de los rayos iónicos los alcanzó e hizo que el motor de la nave reventase. La luz de la nave se fue y los astronautas quedaron inconscientes por el golpe de diversos objetos.
Cuando los astronautas despertaron, se dieron cuenta de que no estaban en su nave, estaban en una especie de cueva muy oscura y con algo que parecía moho que colgaba de las paredes.
En ese momento, unos aliens entraron en la habitación, hablaban en una lengua muy extraña, pero no parecían muy amigables, puesto que los tenían atados y amordazados a unas camillas de hierro.
En ese instante, uno de los aliens se acercó a ellos y los apuntó con una pistola.
Les quitaron las mordazas y les preguntaron algo en esa lengua tan rara. Como no sabían lo que decían, se quedaron callados. Los aliens, al ver que no contestaban, los desataron y, amenazándolos con una pistola, los condujeron a una especie de jaula electrificada. Los metieron dentro y los dejaron allí.
Estaban atrapados en una jaula en la que no podían siquiera acercarse a los barrotes, puesto que estaban electrificados. Todo parecía perdido, tan sólo les quedaba esperar y, si la suerte, los acompañaba, conseguirían salir, y si no …
Relato 8
LOS MARINEROS PERDIDOS
Mario Uceta García.
Era un día soleado, las gaviotas surcaban los cielos y el mar estaba claro y cristalino.
Todo parecía prometer un día perfecto, y lo hubiese sido de no ser por los recaudadores de impuestos.
Nuestro protagonista vivía en una familia muy pobre, que no podía pagar los impuestos y por esta razón, y sabiendo que había una expedición de marineros y que pagaban por alistarse con ellos, se alistó. Zarparon a la mañana siguiente hacia aguas nunca exploradas.
Pasaron muchos días sin descubrir nada que no fuese agua, pero un día encontraron una isla no muy grande, cubierta de vegetación, y bajaron del barco a explorarla.
Al cabo de unas horas de caminar, se toparon con unos extraños hombrecillos que parecían muy simpáticos, así que se acercaron a ellos. ¡Qué error! Al acercarse los marineros a los hombrecillos, estos se abalanzaron sobre ellos para comerlos, con lanzas y arcos. Por suerte, los marineros corrían más rápido que sus perseguidores, por lo que consiguieron llegar al banco y zarpar.
Los hombrecillos empezaron a hablar una lengua extraña y de pronto, un calamar gigante surgió del agua. Los marineros asustados, corrieron a los remos y empezaron a remar todo lo rápido que podían. Encontraron refugio en una isla rocosa con rocas gigantes, en las que se pudieron esconder. Al no poder encontrarlos, el calamar se marchó, pero antes, destrozó de un golpe el barco.
-¿Qué haremos ahora?- dijo el capitán del barco.
Estaban en una isla alejada de la civilización y sin barco. ¿Podrán salir? Nadie lo sabe, esperemos que sí.
CATEGORIA C.
RELATO 1
LA TOMATERA
Nerea Tuya Rodríguez
No puedo comer tomates y si como tomates no puedo beber agua, por que si tomo agua las semillitas crecen y me salen tomates en la tripa.
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1 comentario:
Amigos: Encontrè mi nombre en vuestros listadosAs. Les dejo mi huella para que viajen a mi blog y tambien dejen su marca
Va un pequeño poema de regalo
Embrujo:
Uniendo distancias
y separando alboradas.
El atardecer
iluminò el recinto
y se produjo el milagro.
"Las palabras dibujaron poesia
sobre pàginas en blanco"
Lydia Raquel Pistagnesi
L.Pistagnesi@gmail.com
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